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jueves, 15 de diciembre de 2011

Historia de unos Ulises en el siglo XXI

Ante los problemas en la planta nuclear de Fukushima, hay un grupo de trabajadores que labora sin descanso y se ha expuesto a dosis elevadas de radiación, algo reconocido por Japón ante la Agencia Atómica de la ONU.
De las 300 personas que trabajan allí, son 28 las más expuestas, y no olvidemos a esos 3 que hace 20 días "chapotearon" en aguas radiactivas con niveles 10.000 veces superiores a lo previsto cuando estaban reparando el sistema eléctrico de enfriamiento de los reactores.
Cosas que pasan y que nadie previó, pues estaban con ropa especial para protegerse, pero sus botas eran de caña corta, se les filtró el agua contaminada, y terminaron con feas y graves quemaduras en la piel de piernas y pies.
La mayoría de estos trabajadores son jubilados o están en edades próximas a eso, y la razón por la que las compañías recurren a estos voluntarios es porque están más próximos a una edad de morir, lo que dificultaría la aparición de cánceres que tardan décadas en aparecer y desarrollarse.
Ellos son voluntarios, y el mundo mira su tarea con gran admiración, pero personalmente no entiendo a las autoridades sanitarias japonesas que hablan ahora de una mediante preventiva como es recoger muestras de sangre de los trabajadores de esta planta nuclear para que puedan -más adelante- contar con células madre propias que puedan reconstruir su médula espinal si así lo requiriesen en el futuro...

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